Planificación de la seguridad en caso de conflicto
La planificación de la seguridad es un término que se utiliza en diversos contextos. En esencia, describe el proceso de identificar riesgos y planificar recursos para minimizarlos en la medida de lo posible. En el contexto de la gestión de conflictos, la planificación de la seguridad suele implicar profundizar en la relación con el propio cuerpo. Saber cómo se siente el cuerpo cuando afloran determinadas emociones es una poderosa habilidad que te ayudará a tomar mejores decisiones en situaciones tensas.
Cuando pensamos en seguridad, solemos pensar primero en la seguridad física. Al fin y al cabo, somos instintivamente conscientes de nuestra mortalidad y velar por nuestra seguridad física es algo que llevamos dentro, pero hay más cosas a las que debemos prestar atención. A la hora de elaborar un plan de seguridad en caso de conflicto, hay que añadir la seguridad psicológica, moral y social.
Prepararse para estas situaciones con antelación es un trabajo que se hace mejor con otros. Este es el tipo de trabajo que se hace con las personas de tu grupo. Apoyaros mutuamente en el proceso de desarrollar las habilidades para ser más conscientes de vuestros sentimientos y emociones, haciendo listas de recursos que ambos podéis utilizar en situaciones tensas y practicando juntos, como en los escenarios de juegos de rol, cultiva relaciones de confianza. Si no estás familiarizado con el concepto de "Pods" y "Pod mapping", te recomiendo que eches un vistazo a esta maravillosa herramienta introducida por el Colectivo de Justicia Transformativa del Área de la Bahía.
Así que acércate a tus pods, si los tienes, y ponte manos a la obra con esta guía rápida:
Volver a experiencias anteriores en las que te sentiste molesto, frustrado o enfadado puede ser un buen primer paso. Intenta recordar cómo se sentía tu cuerpo cuando sentías esas emociones, cómo se manifestaba. A veces puede ser una sensación de tensión muscular, palpitaciones, presión en la cabeza, etc. Haz una lista.
Ahora intenta reconocer qué desencadenó esas sensaciones. Hazte las siguientes preguntas: ¿Cuál era la situación? ¿Qué era lo más importante para ti en esa situación y por qué era tan importante? Estas preguntas pueden ayudarte a identificar qué necesidades no estaban siendo satisfechas o qué límites no estaban siendo respetados o identificados en ese momento. A continuación, intenta identificar cuáles son tus zonas de peligro. ¿Qué límites te mantienen a salvo? ¿Qué emociones son las más desafiantes?
Busca desvíos fácilmente accesibles que puedas utilizar en situaciones similares en el futuro. Por ejemplo: respirar, jugar con juguetes, pedir tiempo y espacio, prestar atención a lo que te rodea, meditar, realizar actividades físicas o simplemente tomar conciencia de esas sensaciones corporales. Por supuesto, no todos estos desvíos serán útiles en todas las situaciones, pero disponer de un amplio conjunto de herramientas te ayudará a adaptarte a la mayoría de las situaciones. Acostúmbrate a utilizar estas herramientas cuando no haya conflicto.
Comparte con personas relevantes. Aunque ya hayas practicado con la gente de tu vaina, es recomendable compartir tus límites con personas relevantes de tu trabajo, familia, amigos, vecinos, etc.
Vea este breve vídeo para obtener más consejos: