Planificación de seguridad para conflictos

La planificación de la seguridad es un término utilizado en diversos contextos. En esencia, describe el proceso de identificar riesgos y trazar recursos para minimizar ese riesgo tanto como sea posible. En el contexto de la gestión de conflictos, la planificación de la seguridad a menudo implica profundizar en tu relación con tu propio cuerpo. Saber cómo se siente tu cuerpo cuando ciertas emociones afloran es una habilidad poderosa que te ayudará a tomar mejores decisiones en situaciones tensas.

Cuando se piensa en la seguridad, es común pensar primero en la seguridad física. Después de todo, somos instintivamente conscientes de nuestra mortalidad y el cuidado de nuestra seguridad física está arraigado en nosotros, pero hay más a lo que debemos prestar atención. La seguridad psicológica, moral y social deben añadirse a la mezcla al hacer tu plan de seguridad para conflictos.

Prepararse para estas situaciones con antelación es un trabajo que se realiza mejor con otras personas. Este es el tipo de trabajo que se hace con la gente de tus círculos de apoyo. Apoyarse mutuamente en el proceso de desarrollar las habilidades para ser más conscientes de tus sentimientos y emociones, hacer listas de recursos que ambos puedan utilizar en situaciones tensas y practicar juntos, como en escenarios de juego de roles, cultiva relaciones de confianza. Si no estás familiarizado con el concepto de círculos de apoyo y su mapeo, te recomiendo que consultes esta maravillosa herramienta presentada por el Colectivo de Justicia Transformadora del Área de la Bahía.

Así que ponte en contacto con tus círculos de apoyo, si los tienes, y empieza con esta guía rápida:

  1. Volver a experiencias anteriores en las que te sentiste molesto, frustrado o enfadado puede ser un buen primer paso. Intenta recordar cómo se sentía tu cuerpo al sentir esas emociones, cómo se manifestaban. A veces puede ser una sensación de tensión muscular, palpitaciones, presión en la cabeza, etc. Haz una lista.

  2. Ahora intenta reconocer qué desencadenó esas sensaciones. Hazte estas preguntas: ¿cuál era la situación? ¿Qué era lo más importante para ti en esa situación y por qué era tan importante? Estas preguntas pueden ayudarte a identificar qué necesidades no se estaban satisfaciendo o qué límites no se estaban respetando o identificando en ese momento. Luego, intenta identificar cuáles son tus zonas de peligro. ¿Qué límites te mantienen a salvo? ¿Qué emociones son las más desafiantes?

  3. Busca desvíos de fácil acceso que puedas utilizar en una situación similar en el futuro. Por ejemplo: respirar, jugar con juguetes, pedir tiempo y espacio, prestar atención a tu entorno, meditar, hacer actividades físicas o simplemente ser consciente de esas sensaciones corporales. Por supuesto, no todos estos desvíos serán útiles en todas las situaciones, pero tener un amplio conjunto de herramientas te ayudará a adaptarte a la mayoría de las situaciones. Crea el hábito de utilizar estas herramientas cuando el conflicto no esté presente.

  4. Comparte con personas relevantes. Incluso si ya has practicado con la gente de tu círculo de apoyo, es recomendable compartir tus límites con personas relevantes de tu trabajo, familia, amigos, vecinos, etc.

Echa un vistazo a este breve vídeo para obtener más consejos:


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Apoyo para la resolución de conflictos en tu organización animal: Parte 1. Comprendiendo la cultura dominante, cómo moldea nuestros comportamientos y visualizando alternativas

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